martes, 5 de marzo de 2013

MITOS CLASICOS, MITOS URBANOS Y CUENTOS FANTÁSTICOS

Mito
Definir qué es un mito (del griego, muthos) no es, desde luego, tarea fácil. Una definición entregada por la Real Academia de la Lengua, señala que el mito es una “narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad.” Y agrega que es una “Historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal”.
A partir de esta definición, podemos agregar que los mitos son relatos que cuentan cómo se crearon los cielos, de dónde provienen los vientos o cómo nacen los propios dioses; los mitos nos transportan a un tiempo sagrado distinto al nuestro, más abierto a los hombres como su propio horizonte.
Para el estructuralista Claude Lévi-Strauss, "un mito es percibido como tal por cualquier lector en todo el mundo", lo que nos proporciona una primera aproximación: el mito es una clase de relato, caracterizada normalmente por tratar temas fabulosos o ficticios sobre dioses y héroes de un pasado remoto, cuya temporalidad es radicalmente distinta a la de la historia.

. Mito y leyenda se diferencian en cuanto a los personajes y al escenario donde se desarrollan los acontecimientos. El ámbito donde se desarrollan los mitos es en un tiempo en el que el mundo no tenía su forma actual, en cambio las leyendas se ubican en tiempos más modernos o posteriores a la creación del mundo. Los personajes del mito son, por lo general, dioses o seres sobrenaturales mientras que en la leyenda son casi siempre seres humanos o animales antropomórficos.
3. El mito y la leyenda cumplen funciones diferentes. Para las diferentes culturas el mito narraba sucesos reales y verdaderos, los cuales eran modelos sagrados para los hombres; la leyenda  en cambio, no pretende narrar hechos verdaderos sino instruir o entretener, por lo tanto, su función es didáctica.
4. En el mito lo extraordinario o sobrenatural es imprescindible, en la leyenda es un accesorio.
5. En el mito existe la “inspiración divina” que le da a conocer al hombre la explicación de algún fenómeno porque se da en el comienzo del mundo (un dios es el único que le puede contar a los hombres lo que de otro modo no podría saber). Por el contrario, en la leyenda se conoce lo dicho porque se sabe que se ha trasmitido de generación en generación, posiblemente desde el instante en que alguien fue testigo del hecho ocurrido.

RECURSOS:
http://www.solonosotras.com/cultura/dir-mit.htm  (ENCONTRARÁS MÁS MITOS PARA LEER)

http://www.portaldesalta.gov.ar/mitos.htm  (MITOS Y LEYENDAS DE SALTA GOB. DE SALTA)

OTRAS DEFINICIONES:

El MITO es una narración que, desde un lenguaje simbólico, recupera los orígenes, el mundo en su inicial creación divina. Esta cosmogonía alude generalmente al nacimiento del universo o al tema de cómo fueron creados los seres humanos y animales, o cómo se originaron las creencias, los ritos y las formas de vida de un pueblo.
Por otro lado, la LEYENDA es una narración tradicional o una colección de narraciones relacionadas entre sí que parte de situaciones históricamente verídicas, pero que luego puede incorporar elementos ficcionales. Las leyendas son relatos de determinados sucesos extraordinarios o fantásticos, que el pueblo considera fehacientemente ocurridos en determinado tiempo y lugar. Se basan en personajes o hechos reales o supuestos, en indicios naturales, en creencias religiosas y en supersticiones.


Mitología Griega: Apolo y Dafne
El árbol de Apolo
La historia de Dafne y Apolo (Ovidio-Metamorfosis) Adaptación.
Un día, cuando Apolo, el dios de la luz y de la verdad, era aún joven, encontró a Cupido, el dios del amor, jugando con una de sus flechas.
¿Qué estás haciendo con mi flecha?- preguntó Apolo con ira-. Maté una gran serpiente con ella. ¡No trates de robarme la gloria, Cupido! ¡Juega con tu arquito y con tus flechas!
Tus flechas podrán matar serpientes, Apolo –dijo el dios del amor-, ¡pero las mías pueden hacer más daño! ¡Yo te puedo herir por ellas!
Tan pronto hubo lanzado su siniestra amenaza, Cupido voló a través de los cielos hasta llegar a lo alto de una elevada montaña. Una vez allí, sacó de su carcaj dos flechas. Una cuyo efecto en aquel que fuera tocado por ella sería el de huir de quien le profesara amor. Con la segunda, quien fuera herido por ella se enamoraría instantáneamente de la primera persona que viera.
Cupido tenía destinada su primera flecha a Dafne, una bella niña que cazaba en lo profundo del bosque.
Cupido templó la cuerda de su arco y apuntó con la flecha a Dafne. Una vez en el aire, la flecha se hizo invisible, así que cuando atravesó el corazón de la niña, ésta sólo sintió un dolor agudo, pero no supo la causa.
Con las manos cubriéndose la herida, corrió en busca de su padre, el dios del río.
¡Padre! – exclamó-: ¡Debes hacerme una promesa!
¿De qué se trata? –preguntó el dios.
¡Prométeme que nunca tendré que casarme! –gritó Dafne.
¡Pero yo quiero tener nietos!
¡No, padre! ¡No quiero casarme nunca! ¡Déjame ser siempre libre! –gritó Dafne, y comenzó a golpear el agua con los puños.
¡Muy bien! –profirió el dios del río-. ¡No te aflijas así, hija mía, te prometo que no tendrás que casarte nunca!
¡Y prométeme que me ayudarás a huir de mis perseguidores! –agregó Dafne.
¡Lo haré, te lo prometo!
Después de que Dafne obtuvo esta promesa de su padre, Cupido preparó la segunda flecha, esta vez destinada a Apolo, quien estaba vagando por los bosques. Y en el momento en que el joven dios se encontró cerca de Dafne, templó la cuerda del arco y disparó hacia el corazón de Apolo.
Al instante, el dios se enamoró de Dafne. Y, aunque la doncella llevaba el cabello salvaje y en desorden, y vestía sólo toscas pieles de animales, Apolo pensó que era la mujer más bella que jamás había visto.
¡Hola! –le gritó; pero Dafne le lanzó una mirada de espanto y, dando un salto, se internó en el bosque como lo hubiera hecho un ciervo.
Apolo corrió detrás de ellas gritando: - ¡Detente, detente! Pero la niña se alejó con la velocidad del viento.
¡Por favor no corras, detente! ¡Yo no soy tu enemigo! ¿Sabes quién soy? No soy un campesino ni un pastor. ¡Soy un dios, cacé una enorme serpiente con mi flecha!
Dafne seguía corriendo. Apolo ya estaba cansado de pedirle que se detuviera, así que aumentó la velocidad, hasta que pronto estuvo cerca de ella. Ya sin fuerzas, Dafne podía sentir la respiración de Apolo sobre sus cabellos.
¡Ayúdame, padre! –gritó dirigiéndose al dios del río-. ¡Ayúdame!
No acababa de pronunciar estas palabras cuando sus brazos y piernas comenzaron a tornarse pesados hasta volverse leñosos. El pelo se le convirtió en hojas y los pies en raíces que empezaron a internarse en la tierra.
Había sido transformada en el árbol del laurel, y nada había quedado de ella, salvo su exquisito encanto. Apolo se abrazó a las ramas del árbol como si fueran los brazos de Dafne y, besando su carne de madera, apretó las manos contra el tronco y lloró.
- Siento que tu corazón late bajo esta corteza –dijo Apolo, mientras las lágrimas rodaban por su rostro-. Y como no podrás ser mi esposa, serás mi árbol sagrado. Usaré tu madera para construir mi arco y fabricar mis flechas, y con tus ramas haré una guirnalda para mi frente, y siempre serás joven y verde, tú, Dafne, mi primer amor.

Hay varias versiones de esta misma  historia...

Mitos sobre el agua: (de  otros países)

La novia del Díos agua

Hace mucho tiempo, hubo una época que fue muy mala para la gente que habitaba estas tierras. Bulane, el Dios Agua, no había enviado lluvia durante muchos meses. Como consecuencia, los ríos se fueron secando lentamente, primero los pequeños y después los grandes, los lagos se retiraron y los pozos se secaron. La gente empezó a seguir a los elefantes y a cavar por todas partes, pues estos animales normalmente saben dónde buscar agua en épocas de sequía. Cavaron en el lugar donde habían estado los ríos y los lagos, pero lo único que encontraron fue arena. Entonces, el gran jefe Rasenke decidió que había que buscar agua en otra región y envió a su hombre de confianza, Mapopo, con una caravana de bueyes en la que llevaba grandes calabazas secas y otras cosas para llevar agua, alimentos para el viaje, trigo y objetos valiosos que podría cambiar por agua, si tenía la suerte de encontrarla. Mapopo viajó durante mucho tiempo. Un día, llegó a una montaña muy alta y desde la cima pudo ver que del otro lado bajaba un pequeño río. Corrió montaña abajo y no paró hasta llegar al río. Pero cuando estaba a punto de beber su agua, una mano invisible paró su cabeza. Como no podía creerlo, ordenó a todos sus hombres que llenaran las calabazas. Pero al intentarlo, no pudieron conseguir ni una gota de agua. Mapopo, desesperado, llamó al Dios del Agua. -¿Señor, por qué no nos deja beber? - Mapopo, dijo el Dios Agua, tienes que volver con la hija de tu jefe, la princesa Motsesa. Quiero que sea mi novia, entonces podrás beber todo el agua que desees. Pero si ella se niega, todo el mundo morirá de sed en pocos días. - Señor, contestó Mapopo, llevaré el mensaje a mi jefe; pero por favor, déjenos beber si no, el mensaje nunca llegará a su destino, porque moriremos de sed antes de poder regresar a la aldea. No puedo hablar por mi jefe; Sólo soy su criado. El Dios Bulane entendió su preocupación, así que Mapopo y todos sus hombres pudieron beber agua y llenar las calabazas para todo el viaje de vuelta a casa. El Dios Agua estaba de acuerdo con que su prometida esposa no podía pasar sed. El Jefe Rasenke no estaba feliz de ofrecer su hija Motsesa al Dios Agua, aunque era evidente que no quedaba otra solución. La muchacha se fue con una caravana llena de regalos para Bulane. La caravana llegó al valle; los mensajeros dejaron los regalos allí, se despidieron de Motsesa y regresaron tristes a la aldea. Entonces Motsesa permaneció sola en medio de esas grandes montañas, hasta que la oscuridad invadió el valle. Estaba asustada, miró a su alrededor para encontrar un buen lugar para dormir, pero no encontró ni refugio ni un ser vivo. No sabía qué hacer. El cielo oscurecía cada vez más y cuando ya no se podía ver la cima de las montañas, tuvo más miedo.
Entonces gritó: - ¡No sé dónde dormir!
 - Duerme justo aquí - contestó una voz.
- ¿Aquí? preguntó la muchacha.
 - Justo aquí - contestó la misteriosa voz.
Allí no había nadie. La princesa, que tenía miedo de los animales salvajes, del frío e incluso de la voz que le hablaba, permaneció despierta largo rato antes de poder cerrar los ojos. Pero estaba tan cansada del largo viaje, que finalmente se quedó dormida. Al despertar, se encontró en una casa, acostada en una lujosa cama y a su alrededor había platos llenos de ricos y deliciosos manjares. Como tenía hambre, empezó a comer y cuando acabó con todos los platos, unas manos invisibles se la llevaron. Más tarde, cuando sintió hambre de nuevo, las mismas manos invisibles le trajeron más comida. Y así vivió muchos días, con todo lo que necesitaba a su alrededor, pero nunca veía a nadie: sólo oía, a veces, la misteriosa voz. Pasó el tiempo y Motsesa tuvo un niño. Algunos días más tarde, la misteriosa voz le dio permiso para visitar a sus padres, pero solamente para una visita. Cuando regresó a la montaña, Motsesa se llevó a su hermana pequeña, Senkepen, para no estar tan sola en aquel lugar. Un día le pidió a Senkepen que se quedara con el bebé mientras iba a buscar agua. Pero mientras estaba fuera, el bebé comenzó a gritar y Senkepen le cantó una canción para calmarle. De repente, la muchacha vio aparecer un hombre hermoso y elegante delante de ella; sus ropas eran tan brillantes que tuvo que cerrar los ojos.
 - Soy Bulane, el padre del bebé - dijo el hombre - deja de cantar canciones tan absurdas y dame a mi hijo. Yo me quedaré con él.
Bulane tomó al niño y la muchacha, muy asustada, se alejó corriendo. Cuando Motsesa regresó comenzó a barrer el suelo ignorando que su hermana se había ido. Entonces vio a Bulane, una figura muy alta y brillante, con su hijo en hombros.
Aunque estaba muy asustada, alcanzó a preguntarle: - ¿Quién es usted y qué está haciendo con mi hijo?
- Soy su padre, contestó una voz familiar; por eso llevo a mi bebé en mis hombros. Soy tu marido, Motsesa. Soy Bulane, el que abre nuevos caminos. Un día pondré a mi hijo una armadura, será un guerrero valiente que defenderá su pueblo y será rey. Mostraré nuevos caminos a la gente. Los criados de tu padre encontraron agua porque yo les dije dónde ir a buscarla. Ahora te enseñaré mi pueblo. ¡Quiero que sepas, Motsesa, que estás casada con un rey!
Motsesa estaba asustada y miró a su alrededor: de pronto vio que había casas para todo el mundo, que había mucha gente, ovejas, bueyes y cabras trayendo cestas con comida, leche y yogurt de la montaña. Cuando la veían la trataban con respeto, la saludaban y la llamaban "nuestra reina, madre del príncipe". Motsesa, que no esperaba el amor que la gente le demostraba, se sintió tan feliz que lloró de alegría.



Origen geográfico - África
Grupo étnico - Tuareg
Fuente: http://www.agualab21.com/fuente/agua/historia_04.html  
a wateryear2003@unesco.org   (UNESCO)

CUENTOS FANTÁSTICOS:

Definiciones muy interesantes:

“Lo fantástico implica un quebrantamiento de las leyes del mundo donde se mueve el hombre, sean éstas de causalidad, de espacio o de tiempo.
Para Todorov (crítico literario), empero, la significación de lo Fantástico radica en el lector, quien, en última instancia decide si lo que ha advertido se origina en un mundo que es o no es nuestro universo. En este sentido, la incertidumbre que experimenta un lector en torno a la naturaleza de un fenómeno constituye el fundamente de lo fantástico.
Ahora bien, dicho fenómeno, si el lector lo explica por las leyes de nuestra realidad, será extraño; pero, si por el contrario, él admite la necesidad de nuevas leyes para aclararlo, será maravilloso. De ahí que pueda afirmarse que lo fantástico sirve como línea divisoria entre lo extraño y lo maravilloso.”

Otra definición de fantástico:
Yo he escrito una cantidad probablemente excesiva de cuentos, de los cuales la inmensa mayoría son cuentos de tipo fantástico. El problema, como siempre, está en saber qué es lo fantástico. Es inútil ir al diccionario, yo no me molestaría en hacerlo, habrá una definición, que será aparentemente impecable, pero una vez que la hayamos leído los elementos imponderables de lo fantástico, tanto en la literatura como en la realidad, se escaparán de esa definición..."
Ese sentimiento de lo fantástico, como me gusta llamarle, porque creo que es sobre todo un sentimiento e incluso un poco visceral, ese sentimiento me acompaña a mí desde el comienzo de mi vida, desde muy pequeño, antes, mucho antes de comenzar a escribir, me negué a aceptar la realidad tal como pretendían imponérmela y explicármela mis padres y mis maestros. Yo vi siempre el mundo de una manera distinta, sentí siempre, que entre dos cosas que parecen perfectamente delimitadas y separadas, hay intersticios por los cuales, para mí al menos, pasaba, se colaba, un elemento, que no podía explicarse con leyes, que no podía explicarse con lógica, que no podía explicarse con la inteligencia razonante.
Julio Cortázar "El sentimiento de lo fantástico"
Fuente: Ciudad Seva

Conclusión:

Cuando en un cuento la acción transcurre en un mundo como el nuestro, sin hadas ni ogros ni dragones, y sucede de pronto algo sobrenatural que no podemos explicar, es un cuento fantástico.



Video explicativo: Características de los cuentos fantásticos


Este video te ayudará a repasar lo visto en clase.


Ya hemos compartido varios cuentos fantásticos muy interesantes y durante esta semana leeremos:


La pata de mono  W.W. Jacobs  (Fuente: Ciudad Seva)
La noche era fría y húmeda, pero en la pequeña sala de Laburnum Villa los postigos estaban cerrados y el fuego ardía vivamente. Padre e hijo jugaban al ajedrez. El primero tenía ideas personales sobre el juego y ponía al rey en tan desesperados e inútiles peligros que provocaba el comentario de la vieja señora que tejía plácidamente junto a la chimenea.
-Oigan el viento -dijo el señor White; había cometido un error fatal y trataba de que su hijo no lo advirtiera.
-Lo oigo -dijo éste moviendo implacablemente la reina-. Jaque.
-No creo que venga esta noche -dijo el padre con la mano sobre el tablero.
-Mate -contestó el hijo.
-Esto es lo malo de vivir tan lejos -vociferó el señor White con imprevista y repentina violencia-. De todos los suburbios, este es el peor. El camino es un pantano. No se qué piensa la gente. Como hay sólo dos casas alquiladas, no les importa.
-No te aflijas, querido -dijo suavemente su mujer-, ganarás la próxima vez.
El señor White alzó la vista y sorprendió una mirada de complicidad entre madre e hijo. Las palabras murieron en sus labios y disimuló un gesto de fastidio.
-Ahí viene -dijo Herbert White al oír el golpe del portón y unos pasos que se acercaban. Su padre se levantó con apresurada hospitalidad y abrió la puerta; le oyeron condolerse con el recién venido.
Luego, entraron. El forastero era un hombre fornido, con los ojos salientes y la cara rojiza.
-El sargento mayor Morris -dijo el señor White, presentándolo. El sargento les dio la mano, aceptó la silla que le ofrecieron y observó con satisfacción que el dueño de casa traía whisky y unos vasos y ponía una pequeña pava de cobre sobre el fuego.
Al tercer vaso, le brillaron los ojos y empezó a hablar. La familia miraba con interés a ese forastero que hablaba de guerras, de epidemias y de pueblos extraños.
-Hace veintiún años -dijo el señor White sonriendo a su mujer y a su hijo-. Cuando se fue era apenas un muchacho. Mírenlo ahora.
-No parece haberle sentado tan mal -dijo la señora White amablemente.
-Me gustaría ir a la India -dijo el señor White-. Sólo para dar un vistazo.
-Mejor quedarse aquí -replicó el sargento moviendo la cabeza. Dejó el vaso y, suspirando levemente, volvió a sacudir la cabeza.
-Me gustaría ver los viejos templos y faquires y malabaristas -dijo el señor White-. ¿Qué fue, Morris, lo que usted empezó a contarme los otros días, de una pata de mono o algo por el estilo?
-Nada -contestó el soldado apresuradamente-. Nada que valga la pena oír.
-¿Una pata de mono? -preguntó la señora White.
-Bueno, es lo que se llama magia, tal vez -dijo con desgana el militar.
Sus tres interlocutores lo miraron con avidez. Distraídamente, el forastero llevó la copa vacía a los labios: volvió a dejarla. El dueño de casa la llenó.
-A primera vista, es una patita momificada que no tiene nada de particular -dijo el sargento mostrando algo que sacó del bolsillo.
La señora retrocedió, con una mueca. El hijo tomó la pata de mono y la examinó atentamente.
-¿Y qué tiene de extraordinario? -preguntó el señor White quitándosela a su hijo, para mirarla.
-Un viejo faquir le dio poderes mágicos -dijo el sargento mayor-. Un hombre muy santo... Quería demostrar que el destino gobierna la vida de los hombres y que nadie puede oponérsele impunemente. Le dio este poder: Tres hombres pueden pedirle tres deseos.
Habló tan seriamente que los otros sintieron que sus risas desentonaban.
-Y usted, ¿por qué no pide las tres cosas? -preguntó Herbert White.
El sargento lo miró con tolerancia.
-Las he pedido -dijo, y su rostro curtido palideció.
-¿Realmente se cumplieron los tres deseos? -preguntó la señora White.
-Se cumplieron -dijo el sargento.
-¿Y nadie más pidió? -insistió la señora.
-Sí, un hombre. No sé cuáles fueron las dos primeras cosas que pidió; la tercera fue la muerte. Por eso entré en posesión de la pata de mono.
Habló con tanta gravedad que produjo silencio.
-Morris, si obtuvo sus tres deseos, ya no le sirve el talismán -dijo, finalmente, el señor White-. ¿Para qué lo guarda?
El sargento sacudió la cabeza:
-Probablemente he tenido, alguna vez, la idea de venderlo; pero creo que no lo haré. Ya ha causado bastantes desgracias. Además, la gente no quiere comprarlo. Algunos sospechan que es un cuento de hadas; otros quieren probarlo primero y pagarme después.
-Y si a usted le concedieran tres deseos más -dijo el señor White-, ¿los pediría?
-No sé -contestó el otro-. No sé.
Tomó la pata de mono, la agitó entre el pulgar y el índice y la tiró al fuego. White la recogió.
-Mejor que se queme -dijo con solemnidad el sargento.
-Si usted no la quiere, Morris, démela.
-No quiero -respondió terminantemente-. La tiré al fuego; si la guarda, no me eche la culpa de lo que pueda suceder. Sea razonable, tírela.
El otro sacudió la cabeza y examinó su nueva adquisición. Preguntó:
-¿Cómo se hace?
-Hay que tenerla en la mano derecha y pedir los deseos en voz alta. Pero le prevengo que debe temer las consecuencias.
-Parece de Las mil y una noches -dijo la señora White. Se levantó a preparar la mesa-. ¿No le parece que podrían pedir para mí otro par de manos?
El señor White sacó del bolsillo el talismán; los tres se rieron al ver la expresión de alarma del sargento.
-Si está resuelto a pedir algo -dijo agarrando el brazo de White- pida algo razonable.
El señor White guardó en el bolsillo la pata de mono. Invitó a Morris a sentarse a la mesa. Durante la comida el talismán fue, en cierto modo, olvidado. Atraídos, escucharon nuevos relatos de la vida del sargento en la India.
-Si en el cuento de la pata de mono hay tanta verdad como en los otros -dijo Herbert cuando el forastero cerró la puerta y se alejó con prisa, para alcanzar el último tren-, no conseguiremos gran cosa.
-¿Le diste algo? -preguntó la señora mirando atentamente a su marido.
-Una bagatela -contestó el señor White, ruborizándose levemente-. No quería aceptarlo, pero lo obligué. Insistió en que tirara el talismán.
-Sin duda -dijo Herbert, con fingido horror-, seremos felices, ricos y famosos. Para empezar tienes que pedir un imperio, así no estarás dominado por tu mujer.
El señor White sacó del bolsillo el talismán y lo examinó con perplejidad.
-No se me ocurre nada para pedirle -dijo con lentitud-. Me parece que tengo todo lo que deseo.
-Si pagaras la hipoteca de la casa serías feliz, ¿no es cierto? -dijo Herbert poniéndole la mano sobre el hombro-. Bastará con que pidas doscientas libras.
El padre sonrió avergonzado de su propia credulidad y levantó el talismán; Herbert puso una cara solemne, hizo un guiño a su madre y tocó en el piano unos acordes graves.
-Quiero doscientas libras -pronunció el señor White.
Un gran estrépito del piano contestó a sus palabras. El señor White dio un grito. Su mujer y su hijo corrieron hacia él.
-Se movió -dijo, mirando con desagrado el objeto, y lo dejó caer-. Se retorció en mi mano como una víbora.
-Pero yo no veo el dinero -observó el hijo, recogiendo el talismán y poniéndolo sobre la mesa-. Apostaría que nunca lo veré.
-Habrá sido tu imaginación, querido -dijo la mujer, mirándolo ansiosamente.
Sacudió la cabeza.
-No importa. No ha sido nada. Pero me dio un susto.
Se sentaron junto al fuego y los dos hombres acabaron de fumar sus pipas. El viento era más fuerte que nunca. El señor White se sobresaltó cuando golpeó una puerta en los pisos altos. Un silencio inusitado y deprimente los envolvió hasta que se levantaron para ir a acostarse.
-Se me ocurre que encontrarás el dinero en una gran bolsa, en medio de la cama -dijo Herbert al darles las buenas noches-. Una aparición horrible, agazapada encima del ropero, te acechará cuando estés guardando tus bienes ilegítimos.
Ya solo, el señor White se sentó en la oscuridad y miró las brasas, y vio caras en ellas. La última era tan simiesca, tan horrible, que la miró con asombro; se rió, molesto, y buscó en la mesa su vaso de agua para echárselo encima y apagar la brasa; sin querer, tocó la pata de mono; se estremeció, limpió la mano en el abrigo y subió a su cuarto.

II
A la mañana siguiente, mientras tomaba el desayuno en la claridad del sol invernal, se rió de sus temores. En el cuarto había un ambiente de prosaica salud que faltaba la noche anterior; y esa pata de mono; arrugada y sucia, tirada sobre el aparador, no parecía terrible.
-Todos los viejos militares son iguales -dijo la señora White-. ¡Qué idea, la nuestra, escuchar esas tonterías! ¿Cómo puede creerse en talismanes en esta época? Y si consiguieras las doscientas libras, ¿qué mal podrían hacerte?
-Pueden caer de arriba y lastimarte la cabeza -dijo Herbert.
-Según Morris, las cosas ocurrían con tanta naturalidad que parecían coincidencias -dijo el padre.
-Bueno, no vayas a encontrarte con el dinero antes de mi vuelta -dijo Herbert, levantándose de la mesa-. No sea que te conviertas en un avaro y tengamos que repudiarte.
La madre se rió, lo acompañó hasta afuera y lo vio alejarse por el camino; de vuelta a la mesa del comedor, se burló de la credulidad del marido.
Sin embargo, cuando el cartero llamó a la puerta corrió a abrirla, y cuando vio que sólo traía la cuenta del sastre se refirió con cierto malhumor a los militares de costumbres intemperantes.
-Me parece que Herbert tendrá tema para sus bromas -dijo al sentarse.
-Sin duda -dijo el señor White-. Pero, a pesar de todo, la pata se movió en mi mano. Puedo jurarlo.
-Habrá sido en tu imaginación -dijo la señora suavemente.
-Afirmo que se movió. Yo no estaba sugestionado. Era... ¿Qué sucede?
Su mujer no le contestó. Observaba los misteriosos movimientos de un hombre que rondaba la casa y no se decidía a entrar. Notó que el hombre estaba bien vestido y que tenía una galera nueva y reluciente; pensó en las doscientas libras. El hombre se detuvo tres veces en el portón; por fin se decidió a llamar.
Apresuradamente, la señora White se quitó el delantal y lo escondió debajo del almohadón de la silla.
Hizo pasar al desconocido. Éste parecía incómodo. La miraba furtivamente, mientras ella le pedía disculpas por el desorden que había en el cuarto y por el guardapolvo del marido. La señora esperó cortésmente que les dijera el motivo de la visita; el desconocido estuvo un rato en silencio.
-Vengo de parte de Maw & Meggins -dijo por fin.
La señora White tuvo un sobresalto.
-¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Le ha sucedido algo a Herbert?
Su marido se interpuso.
-Espera, querida. No te adelantes a los acontecimientos. Supongo que usted no trae malas noticias, señor.
Y lo miró patéticamente.
-Lo siento... -empezó el otro.
-¿Está herido? -preguntó, enloquecida, la madre.
El hombre asintió.
-Mal herido -dijo pausadamente-. Pero no sufre.
-Gracias a Dios -dijo la señora White, juntando las manos-. Gracias a Dios.
Bruscamente comprendió el sentido siniestro que había en la seguridad que le daban y vio la confirmación de sus temores en la cara significativa del hombre. Retuvo la respiración, miró a su marido que parecía tardar en comprender, y le tomó la mano temblorosamente. Hubo un largo silencio.
-Lo agarraron las máquinas -dijo en voz baja el visitante.
-Lo agarraron las máquinas -repitió el señor White, aturdido.
Se sentó, mirando fijamente por la ventana; tomó la mano de su mujer, la apretó en la suya, como en sus tiempos de enamorados.
-Era el único que nos quedaba -le dijo al visitante-. Es duro.
El otro se levantó y se acercó a la ventana.
-La compañía me ha encargado que le exprese sus condolencias por esta gran pérdida -dijo sin darse la vuelta-. Le ruego que comprenda que soy tan sólo un empleado y que obedezco las órdenes que me dieron.
No hubo respuesta. La cara de la señora White estaba lívida.
-Se me ha comisionado para declararles que Maw & Meggins niegan toda responsabilidad en el accidente -prosiguió el otro-. Pero en consideración a los servicios prestados por su hijo, le remiten una suma determinada.
El señor White soltó la mano de su mujer y, levantándose, miró con terror al visitante. Sus labios secos pronunciaron la palabra: ¿cuánto?
-Doscientas libras -fue la respuesta.
Sin oír el grito de su mujer, el señor White sonrió levemente, extendió los brazos, como un ciego, y se desplomó, desmayado.

III
En el cementerio nuevo, a unas dos millas de distancia, marido y mujer dieron sepultura a su muerto y volvieron a la casa transidos de sombra y de silencio.
Todo pasó tan pronto que al principio casi no lo entendieron y quedaron esperando alguna otra cosa que les aliviara el dolor. Pero los días pasaron y la expectativa se transformó en resignación, esa desesperada resignación de los viejos, que algunos llaman apatía. Pocas veces hablaban, porque no tenían nada que decirse; sus días eran interminables hasta el cansancio.
Una semana después, el señor White, despertándose bruscamente en la noche, estiró la mano y se encontró solo.
El cuarto estaba a oscuras; oyó cerca de la ventana, un llanto contenido. Se incorporó en la cama para escuchar.
-Vuelve a acostarte -dijo tiernamente-. Vas a coger frío.
-Mi hijo tiene más frío -dijo la señora White y volvió a llorar.
Los sollozos se desvanecieron en los oídos del señor White. La cama estaba tibia, y sus ojos pesados de sueño. Un despavorido grito de su mujer lo despertó.
-La pata de mono -gritaba desatinadamente-, la pata de mono.
El señor White se incorporó alarmado.
-¿Dónde? ¿Dónde está? ¿Qué sucede?
Ella se acercó:
-La quiero. ¿No la has destruido?
-Está en la sala, sobre la repisa -contestó asombrado-. ¿Por qué la quieres?
Llorando y riendo se inclinó para besarlo, y le dijo histéricamente:
-Sólo ahora he pensado... ¿Por qué no he pensado antes? ¿Por qué tú no pensaste?
-¿Pensaste en qué? -preguntó.
-En los otros dos deseos -respondió en seguida-. Sólo hemos pedido uno.
-¿No fue bastante?
-No -gritó ella triunfalmente-. Le pediremos otro más. Búscala pronto y pide que nuestro hijo vuelva a la vida.
El hombre se sentó en la cama, temblando.
-Dios mío, estás loca.
-Búscala pronto y pide -le balbuceó-; ¡mi hijo, mi hijo!
El hombre encendió la vela.
-Vuelve a acostarte. No sabes lo que estás diciendo.
-Nuestro primer deseo se cumplió. ¿Por qué no hemos de pedir el segundo?
-Fue una coincidencia.
-Búscala y desea -gritó con exaltación la mujer.
El marido se volvió y la miró:
-Hace diez días que está muerto y además, no quiero decirte otra cosa, lo reconocí por el traje. Si ya entonces era demasiado horrible para que lo vieras...
-¡Tráemelo! -gritó la mujer arrastrándolo hacia la puerta-. ¿Crees que temo al niño que he criado?
El señor White bajó en la oscuridad, entró en la sala y se acercó a la repisa.
El talismán estaba en su lugar. Tuvo miedo de que el deseo todavía no formulado trajera a su hijo hecho pedazos, antes de que él pudiera escaparse del cuarto.
Perdió la orientación. No encontraba la puerta. Tanteó alrededor de la mesa y a lo largo de la pared y de pronto se encontró en el zaguán, con el maligno objeto en la mano.
Cuando entró en el dormitorio, hasta la cara de su mujer le pareció cambiada. Estaba ansiosa y blanca y tenía algo sobrenatural. Le tuvo miedo.
-¡Pídelo! -gritó con violencia.
-Es absurdo y perverso -balbuceó.
-Pídelo -repitió la mujer.
El hombre levantó la mano:
-Deseo que mi hijo viva de nuevo.
El talismán cayó al suelo. El señor White siguió mirándolo con terror. Luego, temblando, se dejó caer en una silla mientras la mujer se acercó a la ventana y levantó la cortina. El hombre no se movió de allí, hasta que el frío del alba lo traspasó. A veces miraba a su mujer que estaba en la ventana. La vela se había consumido; hasta casi apagarse. Proyectaba en las paredes y el techo sombras vacilantes.
Con un inexplicable alivio ante el fracaso del talismán, el hombre volvió a la cama; un minuto después, la mujer, apática y silenciosa, se acostó a su lado.
No hablaron; escuchaban el latido del reloj. Crujió un escalón. La oscuridad era opresiva; el señor White juntó coraje, encendió un fósforo y bajó a buscar una vela.
Al pie de la escalera el fósforo se apagó. El señor White se detuvo para encender otro; simultáneamente resonó un golpe furtivo, casi imperceptible, en la puerta de entrada.
Los fósforos cayeron. Permaneció inmóvil, sin respirar, hasta que se repitió el golpe. Huyó a su cuarto y cerró la puerta. Se oyó un tercer golpe.
-¿Qué es eso? -gritó la mujer.
-Un ratón -dijo el hombre-. Un ratón. Se me cruzó en la escalera.
La mujer se incorporó. Un fuerte golpe retumbó en toda la casa.
-¡Es Herbert! ¡Es Herbert! -La señora White corrió hacia la puerta, pero su marido la alcanzó.
-¿Qué vas a hacer? -le dijo ahogadamente.
-¡Es mi hijo; es Herbert! -gritó la mujer, luchando para que la soltara-. Me había olvidado de que el cementerio está a dos millas. Suéltame; tengo que abrir la puerta.
-Por amor de Dios, no lo dejes entrar -dijo el hombre, temblando.
-¿Tienes miedo de tu propio hijo? -gritó-. Suéltame. Ya voy, Herbert; ya voy.
Hubo dos golpes más. La mujer se libró y huyó del cuarto. El hombre la siguió y la llamó, mientras bajaba la escalera. Oyó el ruido de la tranca de abajo; oyó el cerrojo; y luego, la voz de la mujer, anhelante:
-La tranca -dijo-. No puedo alcanzarla.
Pero el marido, arrodillado, tanteaba el piso, en busca de la pata de mono.
-Si pudiera encontrarla antes de que eso entrara...
Los golpes volvieron a resonar en toda la casa. El señor White oyó que su mujer acercaba una silla; oyó el ruido de la tranca al abrirse; en el mismo instante encontró la pata de mono y, frenéticamente, balbuceó el tercer y último deseo.
Los golpes cesaron de pronto; aunque los ecos resonaban aún en la casa. Oyó retirar la silla y abrir la puerta. Un viento helado entró por la escalera, y un largo y desconsolado alarido de su mujer le dio valor para correr hacia ella y luego hasta el portón. El camino estaba desierto y tranquilo.
FIN

Entre todos analizaremos:

¿Ocurre en este cuento algún suceso fantástico? ¿Cuál?
¿Qué sería un suceso fantástico? ¿En qué contextos de la vida cotidiana usamos la palabra “fantástico”?
¿Hay una explicación en el cuento para esos sucesos? ¿Qué clase de explicación es?
¿Queda alguna duda al final del cuento?

Hablamos sobre el modo en que lo fantástico irrumpe en un ambiente cotidiano y familiar, creando poco a poco una atmósfera extraña, casi de terror.
Con el texto en la mano, los chicos buscarán los fragmentos del cuento en los cuales el clima es familiar y los momentos extraños o terroríficos. ¿Es posible marcar el momento exacto en que se pasa de lo familiar a lo extraño?

 ¿Conocen alguna otra historia en la que aparezca un objeto de esas características? ¿Cuál?
Si tuvieran que hacer una descripción de este objeto en particular, ¿cómo sería?
Trabajamos en parejas: Cada pareja escribirá una ficha de este primer objeto fantástico.

Actividad para reflexionar entre todos:

¿Para qué sirve la pata de mono?
¿Qué hay que hacer para que funcione?
¿En qué casos funcionó?
¿Tiene algún efecto negativo?

Hoy reflexionamos sobre:

Argumento de este cuento: (tema) trata sobre el poder que tiene un objeto mágico y que concede tres deseos, pero que tiene un alto  precio para que se  cumpla.
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MITOS O LEYENDAS URBANAS:  (29 de abril)
HISTORIAS URBANAS Leyendas de Buenos Aires que son parte de nuestro PATRIMONIO CULTURAL.
Personajes fabulosos o fantasmagóricos, con orígenes fundamentados en la historia o generados en rumores, ya forman parte de la identidad de cada barrio.




La otra historia de Buenos Aires no está en los manuales. Como todas las grandes metrópolis, cuenta con cientos de autores anónimos que con sus leyendas también construyen la identidad urbana. Son relatos —los hay oscuros y sangrientos, pero también eróticos y misteriosos— que se instalaron en el imaginario porteño. Aunque nadie conozca muy bien el origen.

Hay una ciudad espectral, habitada por personajes extraños en los que muchos creen y dicen haber visto. Tanto que son parte de cada barrio. Como los fantasmas que sobrevuelan casonas abandonadas, la dama que intentó escapar de su tumba, una niña aristocrática asesinada por su amante y bestias fabulosas como el Gigante de Once. Algunos relatos, ya clásicos, tienen en sus orígenes fundamentos históricos. Otros, el rumor que va de boca en boca.

"Este tipo de leyendas se corresponden con la tradición oral de las ciudades, heterogéneas por definición. Y en Buenos Aires también se trata de buscarle explicación a las verdades generadas espontáneamente", explica la socióloga Daniela Tregierman.

Libros, páginas en Internet y circuitos turísticos recuperan parte de estas leyendas. Para el historiador Felipe Pigna, autor de "Los mitos de la historia argentina I y II", el de los mitos urbanos es un tema que nunca pasa de moda: "Hay algo de verdad, aunque no se pueda comprobar. La gente deposita deseos y expectativas en aquellas narraciones irrealizables", reflexiona.



Vemos como a partir de algo extraño se genera un mito urbano...

1) Mito "La casa en el medio del  Río de la Plata"

“La casita del río” se construyó aproximadamente hace 140 años atrás, en medio de una gran epidemia (no se sabe con certeza si era de cólera o de fiebre amarilla). Como todo estado de emergencia, los contagios podrían ser de cualquier forma… principalmente por medio del agua que se bebía. La casa fue construída con esa finalidad: buscar proveer de agua potable a gran parte de la población “porteña” que aún tenía esperanza de no padecer las enfermedades. El funcionamiento era básico: extraer como una gran bomba de agua la corriente del río para enviar a potabilizarla.

Esta edificación siempre llamó la atención porque esta construida a una distancia de 800 metros desde la costa. Esta hecha de cemento y bloques de granito, y posee un estilo arquitectónico neoclásico, con cuatro paredes, una gran puerta con escalera directa al río, pero particularmente no posee ninguna ventana.

Hoy la pequeña casa esta abandonada y con sus paredes oscuras como el agua del río. Se mantiene vigente por el hecho de que ya se ha convertido en un atrativo visual para quienes pasan por la zona. Sin embargo los misterios y secretos siguen en pie, pues el gobierno no ha conservado fotos y ni siquiera muchos documentos del funcionamiento de esta planta de extracción de agua.

MISTERIOS Y SECRETOS QUE RODEAN A LA CASITA DEL RÍOComo todo lo desconcido y sin explicaciones concretas, la casita del río tambien tiene un marco paranormal en su historia. Ciertas o no, las historias han circulado de generación en generación. Les dejamos algunas hipotesis, que obviamente quienes conocen el lugar niegan rotundamente:

- El fantasma del creador: mitos urbanos aseguran que la casa esta habitada por el fantasma de su creador, quien se suicidó al ver como falló el sistema y podría haber llegado a inundar la ciudad de Buenos Aires.

- La pareja infelíz: algunos aseguran que era la casa de una joven pareja que escapaba para vivir su romance en secreto pero murieron en ese lugar. Tal vez la casa era para vivir, o bien un monolito para recordar su muerte. Cualquiera de las dos esta absolutamente descartada.

- Otras: que la casa fue un regalo de España, que fue una edificación que iba destinada a la India pero por razones desconocidas hubo error de calculos y se construyo en la costa argentina, o que el edificio iba a ser un anexo de la Casa de Gobierno.

La Nación
Artículo relacionado con este tema:
Crónicas de un taxista: “Una extraña  construcción en el medio del río” (Diario La Nación)



2)
Video: C5N Mitos de Buenos Aires http://www.youtube.com/watch?v=4RUtrLP_5nA



Leemos por parejas por lo menos dos mitos urbanos que nos interesen:
Luego:
1) ¿Por qué los eligieron?
2) ¿Qué fue lo más impactante?
3) ¿Podrían considerarse historias  fantásticas? ¿Por qué?
4) Describe el marco de cada historia (lugar, personajes, tiempo). Calles que se nombran, etc.

Artículos periodísticos: tratan el  tema de mitos urbanos

 1) Noticia: Leyendas de Buenos Aires 27/3/2005 Diario Clarín


2) Noticia: El gigante de Once salva vidas (Golem de Once 1903)
·      Dulce venganza arquitectónica (1930)

·         Ajos contra el enano vampiro

·         El castillo de los amantes trágicos (1911)

·         Se buscan los ojos de un hombre (Línea Mitre)

·         Felicitas, la Iglesia y su fantasma (1862)

·         En la Costanera vive el Reservito


El gigante de Once que salva vidas Según cuenta una historia de larga data, por las calles de Once vaga un personaje de casi tres metros de altura que cuida a los habitantes del barrio. Este gigante "bonachón" ha salvado a víctimas de choques y ha espantado a más de un malhechor, o al menos esto es lo que narran los vecinos de Balvanera que confían en su presencia protectora.

Algunos afirman que este ser es el mismísimo Golem, un hombre artificial creado en el siglo XVI por un rabino de Praga, llamado Judah Loew ben Bezabel. Si bien la historia oficial habla de un solo Golem, otros afirman que Bezabel creó trece de estos humanoides de arcilla y que uno de ellos llegó a Buenos Aires, de la mano de un rabino, con los inmigrantes judíos.

De allí en más, la historia se bifurca en varias versiones: algunos cuentan que antes de morir el rabino encerró al gigante en una habitación a la que nadie puede entrar, que estaría en el anexo de un hospital, en Caballito. Otros creen que vive en un callejón oculto, que podría ser el pasaje Colombo o el Victoria. De una u otra forma, hay vecinos que aseguran que el gigante le salvó la vida a más de uno.



Dulce venganza arquitectónica
Esta es la historia de dos familias enfrentadas que dejó sus huellas en Retiro. Los Anchorena, que vivían en el actual Palacio San Martín con 150 sirvientes. Y los Kavanagh, adinerados, aunque no patricios. Hacia 1920 los Anchorena construyen la iglesia del Santísimo Sacramento como futuro sepulcro familiar. Cuenta la leyenda que uno de los Anchorena se enamoró perdidamente de una Kavanagh, aunque el romance no fue aprobado por su familia. Corina Kavanagh decidió una venganza arquitectónica: en Florida y San Martín, ordenó la construcción de un edificio cuyo único requisito era que impidiera la vista desde el palacio Anchorena a la iglesia, objetivo que aún cumple el edificio Kavanagh. "Incluso, si alguien quiere mirar de frente la actual basílica del Santísimo Sacramento, debe pararse en el pasaje "Corina Kavanagh", relata Eduardo Lazzari, presidente de la Junta de Estudios Históricos del Buen Ayre.



Ajos contra el enano vampiro Se trata de uno de los relatos más fascinantes del libro “Buenos Aires es leyenda”. Tiene como protagonista a Belek, un enano que llegó a Buenos Aires con el Circo de los Zares a fines de los 70. Belek, que provenía de la zona de los Cárpatos  como el conde Drácula, fue expulsado luego de que el dueño del circo, Boris Loff, el Hombre Bala y la Mujer Barbuda lo encontraran prendido al cuello de Vera, una mono tití.

Pero el mito de Belek, el enano vampiro, apenas comienza allí.

El verdadero horror se desató cuando se refugió en una casa semiabandondada del Bajo Flores y los gatos del barrio comenzaron a desaparecer misteriosamente.

La leyenda cuenta que la gente protegió sus casas con ristras de ajo y todos llevaban crucifijos por miedo a sus ataques. Una noche de invierno, los hombres del barrio cazaron al enano vampiro con la red de un arco de fútbol, cerca de la estación Flores, pero se les escapó. Aseguran que aún vive en el cementerio de Flores y sigue haciendo de las suyas.



El castillo de los amantes trágicosEn Campana al 3200, cerca de las vías, se alza el enigmático “Castillo de los Bichos”, llamado así por las molduras con formas de animales. A principios del siglo XX perteneció a la familia italiana Giordano. Lucía, la única hija, conoció a un violinista, Angel Lemos y el romance no tardó en surgir. Se casaron el 1 de abril de 1911 y cientos de invitados disfrutaron del banquete.

Hacia la madrugada, la pareja advirtió que el auto que los debía trasladar no estaba en la puerta, sino unos pasos más allá de la casona, cruzando las vías: un detalle que se convirtió en tragedia, ya que un tren los arrolló. Isabelino Espinosa, de la Junta de Estudios Históricos de Villa del Parque, cuenta que los ocasionales ocupantes de la casona salían despavoridos, asustados por los gritos desgarradores de una joven mujer y un violinista.



Se buscan los ojos de un hombre Por los vagones de la línea Mitre deambulaba un hombre sin párpados.

Según dicen, siempre subía o bajaba del tren en la Estación Coghlan y murió en circunstancias de lo más raras. Para algunos, contrajo una terrible infección en los ojos. Para otros fue víctima de un accidente o, peor aún, se suicidó arrojándose a las vías. Barrantes y Coviello cuentan que, cuando investigaron este mito, les llamó la atención encontrar que de las ocho personas que estaban en el andén, seis de ellas miraban los rieles, como si estuvieran buscando los ojos del hombre sin párpados, a los que algunos les atribuyen poderes.



Felicitas, la iglesia y su fantasmaJoven y bella, Felicitas se casó en 1862 con Martín de Alzaga, un hombre mayor y acaudalado. Al año siguiente, y después de perder a su único hijo, Felicitas quedó viuda. Tenía apenas 26 años, una de las fortunas más grandes de la Ciudad y muchos pretendientes. Uno de ellos, Enrique Ocampo, supo que un rival, el estanciero Samuel Sáenz Valiente, era el verdadero amor de la dama. Enfermo de celos, Ocampo le disparó a Felicitas un tiro por la espalda y al instante se suicidó. Los Guerrero mandaron construir en homenaje a su hija una capilla. Está en Isabel La Católica, entre Pinzón y Brandsen.

“Es una historia trágica de amor que dio lugar a muchos mitos”, cuenta Diego Ziggioto, a cargo de la empresa Horizontes que realiza circuitos turísticos no convencionales. Los vecinos dicen que cada 30 de enero, fecha de su muerte, aparece el fantasma de Felicitas, que vaga ensangrentado.

“Muchas mujeres cuelgan cintitas de la reja, porque si uno se agarra fuerte conseguirá el amor de su vida, y si ya lo tiene, lo conservará. Es una de las historias preferidas por las chicas, que corren a agarrarse de las rejas apenas la escuchan”, dice el guía.



Cuando el Borda se llenaba de luz Solaris, el ser de otro planeta que llegó al Hospital José T. Borda e iluminó a los internos con sus fiestas energéticas” también alimenta los mitos porteños. Durante su estadía en el neuropsiquiátrico, Solaris a quien describen como alguien delgado, de ojos grandes, muy blanco y completamente lampiño se reunía con alrededor de 50 internos para recitar un mantra. Durante el rito, los testigos afirman que parecía iluminarse.

Si bien los médicos tienen argumentos para explicar este caso, hay hechos oscuros.

Aparentemente, Solaris quién desapareció un 25 de diciembre dejó escritos indescifrables que, a pesar de ello, tienen coherencia interna.

Además, cuentan que el grupo sanguíneo de este hombre que decía ser un alien no encaja con ningún patrón conocido.



En la Costanera vive el Reservito Así como el Lago Ness de Escocia tiene su propio monstruo y el Nahuel Huapi esconde al suyo, algunos aseguran que en la Reserva Ecológica Costanera Sur también habita un animal misterioso, mitad rata, mitad perro, apodado “Reservito”.

Una de las hipótesis que se barajan afirma que los reiterados incendios que azotan a la Reserva son producidos intencionalmente con el objetivo de liquidar a Reservito, que en más de una ocasión atacó a algún desprevenido.

2) Las leyendas urbanas invaden Buenos Aires 2/9/2012 Diario Clarín


3) El Palacio de los Bichos (Villa del Parque fines del siglo XIX)



Buenos Aires Sos.- 7 de junio de 2010.- En la zona de casas bajas del barrio de Villa de Parque emerge una mansión de cinco pisos con una cúpula en lo alto del edificio; el castillo es conocido como el Palacio de los Bichos y guarda una rica historia de amor, tragedia y misterio.
La leyenda de este palacio es conocida por los vecinos del barrio, su imponente presencia despierta curiosidad a cualquier persona que no sea de la zona y pase por allí. No hay vecino que quiera despejar las dudas a los transeúntes que quieran conocer detalles del edificio.
   El castillo fue bautizado como “Palacio de los Bichos”, porque en sus orígenes la construcción estaba ornamentada por gárgolas con formas de animales y bichos. Para conocer la legendaria historia del lugar tenemos que remontarnos a fines del siglo XIX.
   Allá por esos años un rico italiano que vivía en Salerno de nombre Rafael Giordano –descendiente del célebre pintor Giordano- y su esposa Vittoria D’Olvilli deciden embarcarse a la aventura de echar raíces en la lejana América.
   En este viaje llevan a su pequeña hija Lucía y deciden ir a la Argentina. Recién llegados los inmigrante, los Giordano contaban con una holgada posición económica y, luego de recorrer varias zonas de la ciudad de Buenos Aires, deciden instalarse en una zona de quintas al oeste del centro porque le recordaba a su ciudad natal; años después esa zona se denominará Villa del Parque.
   Instalado en la quinta, Giordano comenzó a hacer negocios y a acrecentar su fortuna. En forma inmediata perteneció a la alta sociedad porteña de su época, se lo podía ver en el club del progreso o en el lujoso Plaza Hotel tomando café y cerveza con sus amigos. A escasos dos kilómetros tenía un vecino peculiar, era el conde Antonio Devoto quién fundaría el Barrio de Villa Devoto.
   Rafael, Vittoria y Lucia Giordano vivían felices en aquella zona de quintas. La hija de ambos iba a un colegio en Monserrat y llevaba siempre excelentes calificaciones entre primaria y secundaria, era el orgullo de su padre.
   Lucía creció y su padre instó a que haga una carrera universitaria, también empujado por su progenitor, ella decidió hacer la carrera de medicina. En aquella época ser médica era un futuro asegurado. Pasaron pocos años y notó que su vocación estaba lejos de la medicina y se empezó a interesar por la música, especialmente por el piano, desde chica le agradó el sonido de aquel instrumento.
Si bien su padre renegaba de aquella decisión, ya que tenía muchas ilusiones en tener una hija doctora, fue su esposa quién lo convenció de que la carrera no era para su hija y que con la música se iba a desarrollar en plenitud.
   Finalmente Lucía abandonó la universidad y fue al conservatorio de música para estudiar piano. Como era de imaginar, era una alumna sobresaliente y aprendió en forma rápida a tocar el instrumento. Quienes la conocían disfrutaban de las melodías que ella tocaba con mucha pasión.
   En su paso por el conservatorio Lucía conoció a un joven que estudiaba violín y sería el gran amor de su vida y protagonista de la tragedia de esta historia. Su nombre es Angel Lemos, de apenas 22 años luego de recibirse de farmacéutico quería dedicarse a su otra pasión, el violín.
   Angel Lemos proviene de una familia del centro de la ciudad de Buenos Aires, su padre era director de una importante tienda general de aquella época. Era oriundo de San Telmo, pero las distancias no eran obstáculo para que los jóvenes confluyeran en su amor.
   Esta relación fue rápidamente aprobada por Giordano, y en el tiempo, las familias Giordano y Lemos trazaron una hermosa amistad a través del noviazgo de sus hijos. Lucía era hija única pero Angel tenía seis hermanos más, por ello la pareja quería –en un futuro- formar una familia prolífica, ella porque no tuvo hermanos y él porque gustaba de las familias numerosas como la suya.
   Finalmente corría el año 1911 y los novios deciden dar un paso más a su amor y le avisan a Rafael que van a casarse en otoño, la felicidad de don Giordano era de tal magnitud que sin dudarlo les aviso que de regalo de bodas les va a construir una mansión cerca de su casa para que ellos vivan.
   Es así que le encargo al arquitecto Muñoz González la construcción de un palacio distinguido y que pueda ser visto por todos los vecinos del lugar. Nació el palacio de los bichos. La mansión de cinco pisos con balcones y ornamentado por bichos fue terminado antes del enlace de los novios. Por ello Rafael decidió festejar la boda en la misma mansión.
   La fecha elegida fue el 1° de abril de 1911, aquella noche de otoño la temperatura estaba agradable y no había ninguna amenaza de lluvias, por ello la fiesta fue siempre placentera y divertida. Por el camino de tierra llegaban automóviles lujosos de la época y un chofer de ropa elegante característica abría la puerta para que los invitados pudieran ingresar a la recepción de la boda.
   Los propietarios y habitantes de las quintas vecinas observaban atónitos y contestes el evento porque veían esa enorme casa en todo su esplendor. Doña Vittoria se encargó de los detalles de la fiesta, había músicos que siempre animaban la fiesta, no podían faltar las bebidas y canapés, algunos decían que era uno de los eventos sociales más importantes del año.
   La fiesta trascurrió con normalidad, con mucha música y alegría, había muchos invitados, entre ellos se puede contar a un político amigo de Giordano, el socialista Alfredo Palacios. Angel Lemos era aficionado al fútbol, tenis y remo, por eso en su boda se encontraban presente miembros del Alumni, del Lawn Tenis y del Rowing Club.
   Los novios estaban muy felices, tenían muchos proyectos juntos, ella de formar una nueva familia y él de formar negocios farmacéuticos con el capital que le fuera regalado por su familia. Todos disfrutaban de ese romance que, a veces, era envidiado por algunos. Sus miradas entre ellos demostraban estar hechos uno para el otro.
   Cerca de las cinco de la mañana la fiesta estaba por finalizar, el automóvil que los iba a llevar al centro los esperaba del otro lado de las vías del tren que quedaba a escasos treinta metros de la mansión.
Se dice que el chofer los esperaba en ese lugar porque en la calle de tierra donde se encuentra la mansión las vías estaban levantadas y la calle que tiene el camino al nivel de las vías –donde normalmente pasan los automóviles- estaba inundada por una fuerte lluvia en los días anteriores. Los autos de aquella épocas tenían neumáticos muy angostos y frágiles y pasar las vías levantas podía dañan las ruedas, por ello se estimó que era más fácil que los novios cruzaran las vías a que el auto anduviera kilómetros para encontrar un paso a nivel.
   Esa decisión sería culminante para la historia del palacio de los bichos. Esa noche, era cuarto menguante por eso no había una luna que aclarara el lugar, las luces románticas de la calle eran de velas porque aún no había alumbrado público eléctrico, es por ello que no había mucha visión.
   Los invitados salieron a los balcones del palacio para saludar a los novios que estaban en la calle dirigiéndose al automóvil en el otro lado de las vías. Entre los que saludaban estaban los padres de los contrayentes. La felicidad de los novios y sus padres quedaba estampada en sus rostros.
   Mientras los novios saludaban, el tren del Sur al Pacífico se dirigía a mucha velocidad hacia la estación de retiro. A pesar de que la estación estaba cerca, el tren era de carga por eso no tenía parada hasta la estación central. La luminosidad era tenue porque esos vagones no tenían una fuerte luz.
   En el instante en que los novios cruzaban las vías saludando a los invitados, el tren impacta sobre ellos dejando sus restos esparcidos a cien metros del lugar del impacto. Los invitados observaron atónitos la tragedia, los porteros y mozos que se encontraban en la salida corrieron apresurados hacia donde se encontraban las víctimas pero nada pudo hacerse, ambos novios murieron en el acto.
   El tren nunca frenó y el chofer se enteró del accidente en la estación de Retiro cuando las autoridades lo fueron a buscar y lo anoticiaron de lo sucedido. El ferroviario alegó que la máquina era tan ruidosa y había tan poca luz en la zona que nunca pudo advertir la presencia de las víctimas y el impacto.
   Rafael Giordano y su esposa cayeron en una profunda depresión, pues el día más feliz de su vida se convirtió en un segundo en el peor día de su vida. Había muerto su única hija y su yerno en su propio casamiento.
Los diarios de la época no relatan la crónica de lo sucedido porque Giordano no quería que se contara ningún detalle del accidente, su dolor lo sentía tan privado que no lo quería compartir con nadie. Es por ello que decidió volverse a su Salerno natal para nunca más volver, llevando consigo los cuerpos de su hija y yerno para darle sepultura en el cementerio local.
   Sentía tanto desprecio por la mansión en donde vio morir a su hija que resolvió tapiarlo y no venderlo para que nadie viva nunca más en ella. Ese casamiento fue el único hecho donde el palacio brilló en todo su esplendor.
   El tiempo pasaba y la zona donde se encontraba el palacio se estaba parcelando y construyendo viviendas a su alrededor. Alrededor de la mitad de los años ´20 un hecho peculiar sucedió en aquel barrio. Un día de otoño un vecino le reclamó a otro el haber realizado una fiesta con música fuerte hasta altas horas de la noche, cuando le dijo que no había sido él la recriminación fue dirigida a otro vecino y obtuvo la misma respuesta. Una vez indagado todos los vecinos la conclusión era que nadie hizo la fiesta o uno estaba mintiendo.
   Exactamente un año después uno de los vecinos se levanta abruptamente de la cama porque una fuerte música venía de la calle y no lo dejaba dormir en altas horas de la noche. Advertido de que quién realiza la fiesta podría negarlo decide salir para ubicar el lugar de tanto barullo. Otros vecinos toman la misma decisión.
   Buscan la casa de donde viene la fiesta y no encuentran ningún vecino de festejo. Enfocan sus miradas al único lugar abandonado: EL Palacio de los Bichos. Para sorpresa de todos, la música salía de ese lugar, además se podía observar algunas siluetas de personas bailando en su interior.
   El tren del sur al pacífico continuaba con el mismo plan de recorrido que hizo aquel día del fatídico trayecto. En el momento en que pasa el ferrocarril a la misma hora que ocurrió la tragedia años atrás, se deja de oír abruptamente la música y desaparecen en el mismo instante las figuras que se observaban en movimiento.
Este fue el inicio de varios sucesos fantasmagóricos que se producirían en el tiempo. Hubo denuncias de escuchar gritos de espanto de una mujer y ruidos en el palacio, como así también espectros que traspasaban paredes. Otro maleficio se agrega a esta historia, pues el deseo de Rafael Giordano de que no se conocieran los detalles de la muerte de su hija y su yerno era tan fuerte que quienes investigaban y escribían sobre el hecho sufrían extrañas enfermedades o percances que no le permitía continuar con el trabajo.
   En los años noventa el edificio fue reciclado y se quitaron las gárgolas características que le dieron al palacio su nombre. Hoy funciona un edificio de viviendas particulares y un amplio spa en planta baja.
   El Palacio de los Bichos cuenta una historia tan fuerte del barrio que su figura se encuentra estampada en el escudo oficial. Es así que pasan los años y la leyenda se mantiene viva en el barrio porque a pesar de ser una historia de tragedias y misterio, no deja de ser la historia de amor de Lucia y Angel una historia de amor del barrio de Villa del Parque. (Fuente: /www.rhmbuenosaires.blogspot.com/)

Cosas extrañas de Buenos Aires:

1) La Casa de los Pavos Reales (Av. Rivadavia 3216 al 3232)


 

 2) El monumento a Caperucita Roja (Plaza Sicilia, en el parque Tres de Febrero)

La historia real: http://www.conozcabuenosaires.com.ar/curiosidades/caperucita.htm

4) Los árboles y sus raíces extrañas
http://www.conozcabuenosaires.com.ar/curiosidades/arbol_alcantarilla.htm



Continuamos....
Te animás a descubrir que cosas raras hay en tu barrio.
Vamos a estar atentos...


NUESTRO PROYECTO YA ES UN LIBRO:

AQUÍ LO PRESENTAMOS
http://search.conduit.com/?SearchSource=10&ctid=CT2431232